Metodología para principiantes

Referente a las noches en que no se puede conciliar el sueño, deambulando por los bastos caminos del deseo.

                Antes que nada, se requiere colocar boca arriba a la escencia que se evoca, dejando que flote libremente, encima de la cama, reposando su aroma en la almohada.

                Es conveniente poner el cuerpo encima de la nostálgica figura recreada, colocando los brazos extendidos  para así,  impedir, que en un movimiento quizá brusco, escape volando por las ventanas y no regrese hasta otro día, con mas calma.

Paso  seguido, se debe aspirar por boca y nariz, humedeciendo lengua y labios para atrapar un poco su respiración aún tenue por la distancia.

                Recitar, quedamente, su nombre y pedir, con cierta autoridad y gentileza, coloque sus trasmutadas manos en el cuerpo que la invoca, permitirse sentir cómo, poco a poco, la piel se reblandece al placer imaginario…cómo la humedad va ganando espacio, de adentro hacia afuera.

                Las manos invitadas, deben mostrar curiosidad y explorar como si tuvieran ojos, memorizar los lugares vulnerables dónde se escapan sin querer suspiros y registrar cada expresión del rostro para así, ir diseñando una escala de goce, que vaya de menor a ya no puedo mas…

                Frotar,  en movimientos largos, pausados y extremadamente suaves de principio, las zonas que  requieran urgentemente  ser calmadas, saciadas…se puede uno proveer previamente de sustancias aromáticas y deslizantes que faciliten la fricción, para que, la añorada imagen cumpla con mayor facilidad el cometido para el cual fue requerida.

                Nunca olvidar, que aunque sea un espejismo, requiere de protección y afecto, porque de este modo, aún como espejismo será mucho más complaciente. Simultáneamente,  se puede pedir que toque  zonas aledañas al área principal,  y anexar, de igual modo,  besos múltiples, desde los pequeños e ingenuos hasta los más profundos y obscenos que la lengua puede crear.

                Aquí se debe solicitar, que no se descuiden las partes posteriores superiores, pedir énfasis en cuello, nuca, oídos, cabello; breves y tenues pausas en cejas, ojos, nariz , pómulos, boca y mentón… luego, una fricción más intensa, cara a cara,  para así sentir lo rasposo y lo suave de la piel de cada uno de los invitados  a esta sesión.

                Aún con las manos poseídas por el ensueño, buscar el punto interno dónde se interrumpe el respiro y que precede al gemido, hurgar en los pliegues y espacios conocidos como si de una invasión  se tratase, intentar que la imagen vaya hasta el último rincón, donde habita el acelerador cardiaco que una vez encendido, detona miles de luces y las eleva hasta ser expulsadas, en fragmentos, en lapsos, en instantes cegadores donde lo único que tiene nombre, es la escencia que vino, a petición nuestra , a compartir y a mitigar sus propias ansias.