miércoles, 7 de diciembre de 2011

La venganza







Es tan extraño sentir cómo el viento apresura la caída.
Te sientes cobijada, envuelta en un sarcófago transparente.
Sólo se siente frío, ahora no es únicamente por dentro, la piel se enchina.
Que lenta trascurre la caída, y entre más lento, la velocidad aumenta.
Días de risas y certeza, siempre creí que el amor era la excusa perfecta para vivir, ahora sé que la ingenuidad es atributo de los desesperanzados, que cualquier cambio en la atmosfera basta, para que se arruine una vida.
Te recuerdo muy bien, limpio, cristalino, trasparente, te seguí.
Te seguí por oscuros lados, con insanos pasos y me tope con lo que temías que viera; tu soledad me habló al oído y me enloqueció, corrí despavorida sin pensar más que en el miedo y en la ira que sin piedad me atacó.
Venganza pedía mi cuerpo, apuñalarte y cercenarte, acabar con tu egoísmo risueño, burlón.
Tropecé con  rumbos conocidos y los rechacé. Herida me empuje hacia arriba, entumecida y amoratada me até de pies y manos, me arranque el cabello y olvide para siempre mi voz.
Lastimé a los que más me amaron para venirme a arrodillar al altar de la indiferencia, que, como siempre pide, pidió  sacrificio, como nunca, lo acepte, lo dí.
Yo misma lo ejecuté, deseosa de que me veas y se te quite esa estúpida mirada, deseosa de ensuciar el piso y que al lamentarse, todos te odien.
Por eso, por venganza subí hasta aquí.
Sólo oí gritos, tus viles ruegos, los oídos al final me corté.
Y  , enaltecida por el odio, aconsejada por el vació, ansiada por el viento, me aventé.

1 comentario:

  1. suena violento e interesante me gusta mucho, trataré de que muchas personas lean tu blog saludos paty

    nos leemos en un futuro

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