miércoles, 15 de mayo de 2013


Muda

Adornada  por un collar apretado  que tú  llamas amor, salí a la calle,
Encontraba  mi dosis de felicidad hasta en un parque,  tú lo nombraste veneno;
Bailaba loca, incontrolable y alegre aún en el encierro y tú dijiste que era bueno,
Nada justifica este voluntario amarre, salvo que era mi mejor intento.

Salía vestida de besos que ganaba en una semana de lindos sucesos,
Y al abrir mi mente y mis sentimientos, profanos improperios me arrebataban cada uno de ellos,
Hasta dejarme desnuda y desamparada, esperando un poco de perdón, de consuelo.
Mis largos vestido rasgado por tu indiferencia, perdían colores, dejaban de ser bellos.

Usaba tu boca para provocar mi sonrisa, malsano hábito que exigía descanso,
Tus abrazos condicionados a mi sutil comportamiento, pruebas de sumisión,
Donde mi alma y  mi corazón rebeldes, condenados, morían de inanición,
Sólo tolerancia y paciencia, inexistentes en tu ser violento, aterrador.

Mis pies, mi olor, mis colores, mi voz, todo perdido, rendido esperando aprobación,
Queriendo poner mi alma, mi ser entero por un poco de verdadero amor,
No duro en tus manos mi afecto, lo escrutaste, desvestiste, asfixiaste con todo tu rencor,
El pasado te exige desbaratar cada presente para recordarte que sigues respirando desamor.

Y huí, advertido estabas de que mi vida es  constante huida
Traigo marcas en el cuello del collar que con amor tejiste,
Corro  con mis vestidos largos, sucios, desgarrados sintiendo tus manos sin sentirte,
Y ahora queda, libre y a solas mi voz, quieta y para tu necio orgullo, también muda.