domingo, 15 de enero de 2012

Viento Agrio


Que decir en estos huecos tan profundos, donde mi garganta arenosa se desgrana , y atrapa aire tibio, turbio; ya tenía un argumento que presentar ante los jueces, indiferentes, confundidos desde siempre.
No podía decir que la raíz del árbol estaba mala, yo misma la probé, asentí y acepte como propia, el furor, el ansía y el anhelo me empujaron desde el risco, rodé mucho para convencerme, este era el árbol añorado.
Si yo alego equívoco, es por la mas estúpida y ancestral de las razones, el capricho me poseyó y sin dejarme ver el rumbo me entrego a mi destino, a ese que no existe, que no sabe vivir sin mi.
Mentira, mentí, nos engañe a todos, y regué con aguas turbias al insensato, le aboné tierra con cal, reforzando su frondoso aspecto con listones y colores ficticios, se veía ideal.
Verdad; mentimos, ambos mentimos de verdad, jamás creyó él sobrevivir en esta tierra; jamás creí que lo lograra, pero obstinado como la hiedra, persistió aferrado, esperando podará sus malditas ramas, esperando arrojar un fruto, mentira vil, sabíamos que no se podría nunca, porque los frutos sólo nacen de la esperanza, y este desolado nunca la tuvo.
Toda una cosecha perdida, con la experiencia enlodada de tanto repetirse, con miles de gusanos que hasta ahora veo salen de tu pulpa, maldiciéndome porque no hubo nada que rescatar, todo se pudrió, tenía que oler fétido y llenarse de moscas para que, feliz rebelara su esencia pobre, para que feliz se adhiriera al suelo yermo, como roca, inmóvil, estática.
Viento agrio que desprende una a una las hojas de tu infame engaño, me tuviste lástima, por eso te dejaste disfrazar, te tuve lástima por eso te invente un traje que te hizo estúpido. Que miseria, que dolor, aceptarlo enfrente de todos como novedad. Por eso mi grito se queda ahorcado en tu rama más gruesa, mis lamentos son  tu mas rico alimento, y, por los murmúros de los jueces, indolentes sabes que te van a dejar secar, sin que yo pueda ejercer compasión. Pero mírate, bailarin al fin, gustoso porque realmente encontraste tu lugar en el sitio menos pensado, veías para arriba, encaminabas tus ramas al cielo y hasta el te negó amparo, por eso determinaste, tu y nadie mas, que tu lugar era el vacio, justo, el vacio que yo te dejo.

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